Elecciones

Diana González
3 min readMay 13, 2021

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Una elige cómo vestirse,

una elige su bebida favorita,

una elige una casa,

elige el vidrio empañado que se va a limpiar,

elige el límite de los recuerdos que se van a conservar.

¿Será que sí elegimos todo esto?

¿Qué es lo que no pueden arrebatarnos?

25 de diciembre, 2016

Despertar, lavarse la cara, prepararse para desayunar: El recalentado. Es rápido y sabe mucho mejor que ayer, o al menos, esa es la promesa gastronómica de todos los años. Chiles capeados y rellenos de queso, chiles solamente rellenos, ayocotes, ponche y ensalada de manzana. También hay chelas y sidra, pero habrá que enfriarlas.

Dan las 10:00 y hay que apurarse, doña Luisa ya ha de tener hambre.

Eterna compañera.

Acomodamos todos los tuppers que no le devolvimos cuando, en noviembre, nos trajo mole y pipían por todos santos. Emprendemos el camino, pero no vamos a aguantar — ni a llegar — a la hora dicha, le chiflamos a un mototaxi y en menos de lo que canta un gallo nos encontramos jalando el mecatito blanco que está amarrado a la campana del zaguán verde obsidiana de la casa de doña Luisa.

Nos abre desde su sala con el mismo mecanismo del timbre. Mecate amarrado a la cerradura. Atravesamos el jardín y nos distraemos de la tarea inicial para ver la noche buena. doña Luisa nos alcanza y cuenta que florecen desde hace mucho, casi desde que tenía 25 años, — ¿Tú crees, Lena? –, le dice a mi abuela. Les tomé unas fotos, a mi madre y a mi abuela, en las flores. Doña Luisa no quiso una. Eligió ir por 3 copitas de mezcal.

Llegamos al comedor.

La casa de doña Luisa es una máquina del tiempo.

Nos sentamos, nos echamos el mezcal y doña Luisa se dirigió a la cocina para guardar el recalentado que le llevamos. Chipotle capeado relleno de queso. — Mi favorito — suspiró. Lleva años pasando las festividades sola, excepto los 25 de diciembre.

Nos contó que ya estaba fastidiada

del amor,

del olvido

de sus cabrones hijos que solo están esperando su muerte

para tirar la casa y vender el terreno.

Doña Luisa elige echarles guerra y mandarlos lejos cada que intentan acercarse.

Siento como hasta el viento desgarra la mirada de doña Luisa. Sus fibras están quebradas por tanto sostener al tiempo.

Pero hoy no está triste.

Se sirve un mezcal y de paso otro a nosotras. Se nos medio endiabla la lengua y nos contamos de todo. Risas, muchas risas.

Una elige destaparse la memoria, aunque, a veces, no nos lleve mas que a espejismos indescifrables, tanto, que nos inventamos pedazos de recuerdos. Seguramente ese espacio mental está compuesto de un 20% de lo que en realidad pasó y 80% de lo que medio paso, pero así no era, entonces le completé para no quedarme solo con los fragmentos.

¿Ven?

Recuerdos inventados.

Terminamos de platicar, le dejamos servida su comida a doña Luisa, la abrazamos y su olor a nardo se quedó con nosotras para siempre.

Yo elegí esta foto, así como se elige la ropa y la bebida. Porque si algún día tengo que partir a otro rumbo, a otra geografía, y solo pudiera llevarme una fotografía, elegiría esta. Recordarnos a mi madre y a mi abuela en el amor del acompañamiento, la amistad y del cuidado.

Una elige mirarse de frente,

pero,

siempre hay en el reflejo

algo que no es tuyo

o alguna que no eres tú.

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Diana González

Con el corazón revuelto. Escribo cartas y nunca obtengo ninguna respuesta. Lengüera.